Segarra, Lluís: Cuidar y ser cuidado: Aprender a envejecer.




El autor aborda de manera suave y breve las diversas fases más frecuentes en la sociedad occidental de envejecimiento y dependencia. A partir de los 50-55 años las fuerzas comienzan a descender; en ocasiones para mantener el ritmo profesional el esfuerzo que se precisa es mayor... En buena parte pasa casi todo por la actitud de cada uno y las circunstancias concretas que concurren en su vida. Hay una ligera diferencia entre varones y mujeres en cuanto a las edades de dependencia y sus niveles, que están técnicamente bastante estudiados. Si el sujeto asume progresivamente las limitaciones y se deja aconsejar, es más sencillo adelantarse a los problemas que progresivamente se irán presentando. Una actitud de respeto y cariño lleve a no considerarlos cargas sociales sino el resultado de compromisos que uno asume en la vida. Esto no significa negar las dificultades, pero sí posiblemente abordarlas desde otro prisma. Es frecuente que una primera reacción ante las limitaciones sea negarlas o rebelarse. Es duro comenzar a usar bastón, renunciar a conducir, o más todavía cuando las limitaciones afectan al aseo e higiene personal. Haber resuelto con antelación la cesión del gobierno de los bienes y otras tareas, puede evitar que se llegue tarde a detectar las consecuencias del deterioro mental que puede ir unido al físico. El autor no emplea muchas páginas para explicar las fases sucesivas, las manifestaciones más frecuentes y el modo más acertado de abordarlas. Al final, se precisa una dosis de humildad en la persona que requiere atención y de generosidad y cariño en quien lo presta. Vale la pena aprender bien a vivir estas fases de la vida, pues no se suelen presentar de improviso, pero no por eso es más fácil asumirlo.

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