Shara, Inma: La batuta invisible.




Inma Shara, es el nombre artístico de Inmaculada Saratxaga, nacida en Amurrio (Álava) en 1972. Su formación musical es fruto de una decisión tomada pronto, pero que el exigió notable esfuerzo y sacrificio, quizá más notable mientras compaginaba los estudios musicales con los académicos habituales. Actualmente es una directora de orquesta brillante. Ha tenido la oportunidad de estudiar junto a directores de primera línea así como actuar en lugares muy diversos del mundo, entre ellos con las mejores orquestas. En este libro además de apreciarse su pasión musical, señala experiencias que le han ayudado a formarse no solo musicalmente, sino como directora, lo que requiere aprender a conocer bien la orquesta con la que se trabaja, la acústica del lugar. Sin duda el tamaño de la orquesta y la calidad de sus componentes resulta esencial, pero lo es más que haya armonía entre ellos, no solo de evitar choques de carácter o de ego, sino de hacer un trabajo en equipo en el que cada uno conoce su papel y lo lleva a cabo con exquisita calidad. Sin duda se necesita forjar el carácter para ejercer más una autoridad moral que la que viene dada por el contrato. Echa en falta una formación musical de calidad en los planes de estudios españoles. Considera la música un lenguaje universal por excelencia, en la línea de autores clásicos que sabían el valor de este modo de transmitir emociones de diverso tipo y calado. En su exposición es capaz de bajar al pequeño detalle-aparente- con las grandes ideas que a lo largo de los siglos, especialmente en los dos anteriores se han dado. Valora a diversos directores, lo que entra dentro de las legítimas preferencias por unos que por otros, si bien conocer bien de lo que habla le da autoridad moral para decir una cosa u otra. Señala la necesaria disciplina que requiere este trabajo y comenta como abandonó el trabajo con alguna orquesta por la carencia de seriedad profesional. Figuras, como el concertino, cobran para el lector poco conocedor del tema su relieve adecuado. Como directora de orquesta se siente privilegiada por desarrollar esta tarea. Aprender a gestionar el talento es una habilidad que hay que aprender, pero que depende de la generosidad, humildad, etc., además de las cualidades musicales adecuadas. Tras años de trabajo está en condiciones de apreciar rasgos que otras personas no vemos. Hay una batuta que el público ve, pero hay otra que la lleva consigo quien dirige la Orquesta y que de su calidad depende en buena parte el logro conjunto de una excelente interpretación. Aprender a fracasar es parte del proceso de aprendizaje ineludible.

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