Polo, Leonardo: Presente y futuro del hombre.




Estamos ante un libro con pasajes de difícil comprensión para quien no conozca bien la filosofía y sea capaz de seguir los razonamientos que hace Leonardo Polo. De todas formas, asumiendo la limitación de que quizás nuestra comprensión del texto sea solo parcial, pienso que vale la pena hacerlo. Polo plantea que la historia de la filosofía se puede sintetizar en tres momentos decisivos, de apenas 70 años cada uno; a saber: el siglo V antes de Cristo, con Sócrates, Platón y sobre todo Aristóteles. El final del siglo XIII y el comienzo del siglo XIV, con Santo Tomás de Aquino y con Escoto y, finalmente, el siglo XIX con Kant y con Hegel. Aristóteles es una cumbre en la filosofía, si bien su concepción de la voluntad en el hombre requiere una corrección. Esa corrección la hace Santo Tomás. Escoto, que también conoce a Aristóteles, ante el temor a la preponderancia que da el filósofo griego a la razón, según Escoto, con riesgo para la fe, elabora un planteamiento que supondrá la ruptura de la corriente que podría denominar realista. Antes de la derivación que haga Descartes, Escoto ya ha dado un giro a la filosofía que siglos después la conducirá al borde de un precipicio. Cuando en el siglo XIX Hegel intenta llegar al Absoluto y fracasa en su elaboración teórica, es inevitable una desconfianza hacia la razón, que por diversos motivos, se venía gestando desde mucho antes. Nietzsche, ante la grieta que en su pensamiento presentaban Kant y Hegel, apuesta por centrar la antropología en una concepción de la voluntad que dará origen a verdaderas aberraciones. Tras la desconfianza en la voluntad, se deja paso a una afectividad que rige facetas de la personalidad sin armonía con la inteligencia y la voluntad. El sentimentalismo que caracteriza a la juventud actual, la falta de voluntad en su educación y la desconfianza ante las posibilidades de conocer la verdad por parte de la inteligencia ha llevado, junto con otros factores, al pensamiento débil, a un relativismo en el que todo vale. Ante esta postmodernidad, como la denominan algunos, Polo aboga por una confianza en las capacidades del hombre y, en lo que entiendo, trata de alcanzar una cota filosófica que acoja lo mejor del Personalismo y del auténtico pensamiento tomista. Polo es un volcán de ideas, que rompe los límites estrechos en los que estamos acostumbrados a movernos y tiene la valentía de hacer propuestas de futuro. Polo no se limita a coger lo mejor de la historia de la filosofía, sino que sigue abriendo camino, a la vez que denuncia los quiebros en los que se han perdido diversas escuelas filosóficas a lo largo de la historia. Si leer este libro nos ayuda a acercarnos más a la verdad, a recuperar la confianza en la metafísica y a ver nuevas posibilidades a la hora de fundamentar una antropología trascendental, educar se convierte en un reto apasionante. Si todo esto no fuera verdad, nos convertiríamos en adiestradores o en docentes de una técnica sin norte ético que le haga desarrollarse al servicio del hombre y de la sociedad. Si el hombre no es más que un producto del azar del genoma humano, no vale la pena, en mi opinión, gastar la vida en ayudar a lograr que alcance su plenitud.

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