Platón: Fedón. Fedro.




De los dos libros del título, únicamente vamos a comentar el primero de ellos. Esta obra de Platón, recoge en forma de diálogo, las preguntas de un amigo de Sócrates, Fedón, a éste en los días previos a su la muerte del maestro. Sócrates esperó sereno el momento de su muerte y lo explica a sus amigos. Si el alma es inmortal, espera una vida mejor que la actual, tras la muerte. Desde este postulado, mediante preguntas y respuestas, analiza las posibilidades que ofrece la razón. Es probable que nunca sepamos con certeza si el pensamiento aquí recogido es plenamente el de Sócrates, que no dejó nada escrito, o tiene añadidos de su discípulo Platón. Parte de la pre-existencia del alma antes del comienzo de la vida humana; el cuerpo en el que pasa a habitar es algo semejante a una prisión, de mayor o menor calidad según en qué cuerpo se encarne. Tras la muerte, sobrevive el alma, que se reencarnará de nuevo. El conocimiento, para Sócrates, tiene mucho de evocación de lo conocido por el alma anteriormente. En ese punto, engarza con la metáfora de la caverna. Parece que Sócrates sí considera que hay una retribución, tras la muerte, según el comportamiento en vida. El libro refleja el dualismo latente entre cuerpo y alma. Es tarea de los filósofos depurar lo cierto y erróneo del pensamiento Socrático, pero en todo caso la idea de la existencia del alma y de su inmortalidad supone un notable avance respecto a filósofos anteriores. A la vez, está lejos de la concepción de un dios personal que ama a cada uno y que crea un alma expresamente para cada nuevo ser humano que vaya a comenzar su vida.

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