Medina, Javier: Una luz encendida.




¿Qué tiene de especial la vida de una mujer dedicada toda su vida a las tareas propias del hogar? Dora del Hoyo, nacida en el seno de una familia de labradores en el noroeste de España en 1914, estudió los estudios elementales y desde joven comenzó a ganarse la vida, primero ayudando a sus padres y luego gracias a su afán emprendedor buscando trabajo en el servicio doméstico en diversos lugares. Cuando desempeñaba su trabajo en una casa nobiliaria, le pidieron trabajar durante una temporada en un centro del Opus Dei que se estaba abriendo en Madrid. Ni las condiciones económicas y ni el ritmo de trabajo era comparable a su colocación anterior, pero ahí descubrió su vocación y su familia. Dora del Hoyo es la primera mujer que pidió la admisión como numeraria auxiliar, esto es viviendo por alcanzar la santidad, en el celibato, desempeñando las tareas propias de quien cuida un hogar. Pero el hogar era numeroso, más cuando se trasladó a Roma y supo trabajar codo con codo con otras mujeres, ayudando a lograr un estilo de calidad en su trabajo profesional unido a un sentido elegante de su porte y de la dignidad de su trabajo. Su biografía, como no podía ser menos, relata los esfuerzos para lograr dar de comer y vestir con escasos recursos, mucho ingenio y una fe apoyada en el sentido sobrenatural y vocacional de su vida. Trabajó casi hasta el final de su vida, a punto de cumplir 90 años, tras haber vivido muchos años en la sede central del Opus Dei. Está enterrada en un nicho situado en la misma cripta donde reposan los restos de don Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría.

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