Payne, Stanley: El camino al 18 de julio.




El autor, prestigioso historiador y buen conocedor de España, aborda uno de los temas más controvertidos entre los políticos españoles. Se ha escrito mucho, después de la Guerra Civil (1936-1939) sobre las causas que llevaron a la Guerra. Para unos todos los sucesos previos responden a un plan previsto y premeditado, bien sea desde Moscú o desde sectores de la derecha reaccionarios. La realidad no parece que fuera así; que la República no nació con buen pie, en el sentido legal del término, no es razón suficiente. Si bien su origen fue un cauce poco frecuente, fue recibida con notable ilusión por una parte importante de la población. Las elecciones de 1931 y la constitución muestran una marcada inercia hacia la izquierda, bien sea porque se organizaron mejor o por el rechazo que la dictadura de Primo de Rivera y su alianza con la monarquía, desacreditó al dictador y a la monarquía. El comienzo de la república, con quema de iglesias y desordenes púbicos pronto se suavizó. La política religiosa que marcaron indica una actitud sectaria, si bien la vida parlamentaria se fue articulando, hasta el punto que en las elecciones de 1933 triunfaron los partidos de centro y de la derecha. El presidente, Alcalá-Zamora era buen jurista, si bien como político no destacó por su habilidad. La revolución de 1934 dejó una secuela profunda en la sociedad española. La actitud del presidente le llevó a convocar nuevas elecciones en 1936. La izquierda había aprendido bien del fracaso de 1933 y esta vez se presentó unida; no así la derecha. El resultado, antes de llegar a conocerse ya comenzó a ser falseado y fueron muchas las actas de diputados de derechas que se revisaron y se otorgaron, sin garantías de legalidad a diputados de izquierda. El conglomerado de fuerzas que componía la coalición ganadora, el Frente Popular, incluía corrientes muy diversas. Azaña pasa a ocupar la presidencia, pero la violencia callejera llevó a más de 400 muertos en asesinatos entre enero y julio de 1936. Payne ofrece con detalle las acciones y omisiones de los gobernantes y aunque en ocasiones usa calificativos duros al referirse a los falangistas, aporta pocos datos sobre la violencia que venía de la extrema derecha. Ni el golpe militar estaba bien preparado ni la revolución comunista estaba a las puertas, si bien es cierto que una gran parte de la izquierda pensaba lograr todo lo posible de una república democrática y luego llegar a la revolución. El libro ayuda a revivir la tensión previa al estallido de la Guerra, quizá deseada por bastantes, pero casi nadie pensó que duraría tanto tiempo y fuera tan cruenta. Esto, aunque parezca obvio, hay que consideran antes de valorar a quienes toman las decisiones en 1936: no sabían lo que vino después hasta que llegó.

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