McGrath, Alister: La ciencia desde la fe.





El autor, profesor de Oxford es autor de varios libros. En este, además de comentar su trayectoria personal desde al ateísmo a la situación de búsqueda de respuestas, trata de explicar cómo la ciencia y la fe no son incompatibles sino ámbitos diferentes con muchos temas comunes. A él le gusta usar el término tener muchos mapas de situación o ver desde diferentes ventanas la realidad. Parte de considerar ciencia a la ciencia experimental, distinción poco sorprendente para personas que han elegido en su trayectoria escolar entre ciencias y letras. Considera que muchas de las controversias se deben al empeño de algunos por salirse de su área de competencia. El científico debe limitar su tarea a lo propio de su ciencia, lo mismo que el creyente no debe entender la Biblia, por ejemplo, como un libro de ciencias naturales. Comenta el fenómeno en boga de los denominados “nuevos ateos”, científicos o personas que se han dedicado, desde una postura beligerante, a atacar la religión como algo anacrónico y propio de tiempos oscurantistas. Así, escriben o hablan en contra de la existencia de Dios, ven conflictos entre ciencia y fe, donde lo que hay es un desenfoque por salirse del marco específico de la ciencia o de la fe; algunos son más conocidos como Dawkins o Carl Sagan. McGrath, siempre desde una postura respetuosa, muestra conocimientos de la cultura greco-romana además de citar autores como san Agustín o a santo Tomás de Aquino. Abundan más citas de autores como Lewis, si bien los más citados son otros autores anglo-sajones, quizá con un peso excesivo. El autor manifiesta que si Dios crea el espacio y tiempo, no hay problemas para entender cuestiones como el origen de universo, etc. Señala que por desgracia los presuntos choques entre ciencia y fe no se han debido a estas sino al uso indebido de ellas que han hecho diversas personas a lo largo de los siglos. No aporta muchas certezas personales, pero el tono respetuoso de una búsqueda honesta de entendimiento entre ambos campos. No considera que la ciencia sea la única forma de conocimiento y cita en varias ocasiones a Einstein, quien sin creer en un Dios personal no encontró obstáculos entre sus investigaciones y la fe. Aborda con cierto detalle la postura de Darwin por ser uno de los motivos de enfrentamiento más frecuentes en los dos últimos siglos. El libro, en algún momento es algo reiterativo en sus comentarios, peros siempre en un tono constructivo.

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