Lewis, C. S.: La amistad.



De los cuatro amores que describe Lewis y que dieron pie a un libro que lleva ese título, uno de los más destacados, escasamente comprendido en la actualidad es la amistad. El amor de amistad es tan real como el de filiación, pero tiene otras manifestaciones. El ser humano en su naturaleza lleva impresa la sociabilidad; uno de sus rasgos propios es la amistad. Esta surge de forma natural con el trato entre iguales, de manera gratuita. Los niños confunden compañeros y amigos cuando no han tenido la experiencia de compartir intimidad. La edad y la educación les llevan a saber apreciar las diferencias. Ser amigo de todos, puede significar no serlo de nadie; una amistad que busque ser posesiva no es madura. El dos es mal número para la amistad y sin embargo es el ideal para el amor conyugal. Una persona con escasa formación decía que la amistad entre David y Jonathan era una muestra de su orientación sexual; nada más lejos de la realidad. Al igual que Agustín de Hipona lloró tras la muerte de Alipio, David lloró al morir el hijo de Saúl, Jonathan, de quien era amigo. Se puede aprender a amar más y mejor y por eso es posible y deseable aprender a ser mejor amigo. Un amigo busca el bien del otro y respeta su libertad; no pide favores inmorales, porque dejaría de desear el bien para el otro, de ahí que dos personas unidas para el mal más que amigos son cómplices. Lewis da pinceladas magistrales y breves de amor asequible a todos.

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