D´Avenia, A.: Lo que el infierno no es.

El autor es conocido por otras novelas de éxito en España y más en Italia, su país de origen. En esta ocasión el relato discurre en Palermo, ciudad en la que nació el autor.

Allí, en el liceo conoció a un profesor de religión, un sacerdote que tiene similitudes con el padre Pino, que en la novela desarrolla buena parte de su labor en un barrio marginal llamado Brancaccio. El protagonista, Federico es un joven de diecisiete años enamorado de la literatura clásica. Su familia es de un sector acomodado y él tiene previsto, al terminar el curso, irse varias semanas a Oxford para mejorar su inglés, como años antes hizo su hermano mayor. Por ayudar ocasionalmente al padre Pino conoce un mundo desconocido para él, aunque sea de la misma ciudad; también conoce a una joven del barrio de la que cada día está más enamorado. Lo que comenzó como una ayuda ocasional se convierte en un compromiso, especialmente cuando pierde el avión de forma consciente para no ir Oxford y dedicar el verano a los jóvenes y niños de Brancaccio. Es un barrio paupérrimo, con muchas carencias, como la falta de instituto o la miseria en la que vive la población que no está bajo el paraguas de la mafia. La gente tiene miedo y el sacerdote se encuentra solo en su empeño por mejorar las condiciones de vida de sus habitantes. Niños sin escolarización regular, madres abandonadas, cuando no presionadas para abortar. Mujeres que se prostituyen para sobrevivir. Los capos de la Mafia no ven bien la actividad que desarrolla el padre Pino; por ayudarle Federico se lleva una primera paliza. Todos saben que si siguen realizando esa labor corren el riesgo de recibir un disparo; por otra parte, dejar solo allí al sacerdote es abandonarlo a su suerte. D’Avenia relata en paralelo el proceso de enamoramiento entre Federico y esa chica que tanto le atrajo; esta le pide que se olvide de ella, pues tema por la vida del joven.

Hay una parte de ficción y otra real de fondo. Todo dentro del entorno cultural de Federico, que sabe de Petrarca y Dante mucho más de lo habitual.