Platón: Apología de Sócrates.





En este libro se relata la defensa de su actuar; Sócrates se defiende ante el tribunal de la polis de Atenas de la acusación de tres personas, un ciudadano rico y poderoso, un oscuro poeta y un político. Está acusado de corromper a la juventud, enseñando que no existen los dioses griegos; además les educa en un estilo que no encaja con las costumbres de Atenas. La defensa en esa polis la hacía el interesado ante la Asamblea de ciudadanos. En su defensa, ágil y atractiva, Sócrates comenta sus convicciones: cree en un Dios que trasciende lo creado y niega que sean dioses los objetos materiales. Alega que ha obrado buscando mejorar su alma y no su fortuna. Cuando en un oráculo se le citó como el más sabio de los atenienses, Sócrates dudó. Al interrogar a quienes consideraba sabios, se dio cuenta que sabía más que ellos pues era consciente de su ignorancia: sólo sé que no sé nada. Renuncia a pedir clemencia al tribunal dando lástima, pues iría en contra de sus convicciones. Es apasionante la defensa que Sócrates hace de sí mismo y la integridad moral que muestra. En lo que podría ser la continuación de otro libro, el Critón, un amigo intenta convencerle para que les dé permiso para sobornar a los carceleros y lograr su libertad. Con un diálogo socrático con Cratón, le conduce a la convicción de que debe asumir la condena. Su argumentación es la siguiente: en su vida tuvo libertad para emigrar a otras polis o países. Al quedarse en Atenas acató las leyes e instituciones que regían en esa polis. Sería indigno de él que, por unos pocos años de vida, entonces tenía setenta, actuara en contra de esa decisión.

Excelente relato de la vida de un hombre a quien Platón eligió como maestro. Como Sócrates no dejó nada escrito, sus ideas las tenemos que rastrear en Platón, si bien éste, en algún tema desarrolló su pensamiento de una manera distinta. De Sócrates nos queda su testimonio y estos diálogos que tiene con sus amigos poco antes de morir. El estilo socrático de aprendizaje, por su agudeza, ha pasado a la historia.

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