Medina, Bayo, Javier: Álvaro del Portillo. Un hombre fiel.





Según Javier Echevarría, buen conocedor de biografiado, cuando se escriba su biografía, entre otros aspectos relevantes de su personalidad sobrenatural y humana, este habrá de ocupar un lugar destacado: el primer sucesor de san Josemaría (…) en el gobierno del Opus Dei fue –ante todo y sobre todo– un cristiano leal. Con esta pauta, el autor ha llevado un trabajo de investigación con cartas, documentos y testimonios hasta ahora inéditos; logra una biografía valiosa. Son muchos los testimonios, que con diversas formas pero con un fondo común, destacan como rasgo de Álvaro del Portillo, su fidelidad; llegó hasta sus últimas consecuencias la entrega a Dios que hizo en 1935 y que mantuvo hasta su muerte. Es la primera biografía que se escribe con un fondo de documentación tan amplio, lo que no significa que otros escritos anteriores sobre él, no fueran ciertos y de calidad: de Salvador Bernal, de Coverdale,... pero este libro está escrito con fuentes para que un biógrafo no cuenta recuerdos personales, sino que intenta, de forma sistemática, recoger los datos esenciales desde que nació hasta su fallecimiento. Disponer de documentación inédita, de su epistolario, etc. permite afrontar facetas de su vida sobre las que no se disponía de documentación escrita. Para el primer sucesor de san Josemaría, con quien convivió muchos años, la vida tiene una unidad de fondo, que es hacer la voluntad de Dios. Voluntad que toma diversas formas a lo largo de su vida, pero que procuró descubrirlas y vivirlas con heroísmo y naturalidad. Del Portillo no fue famoso, pero tuvo muchos amigos. Un testimonio común de quienes le trataron es reconocer la paz y bondad que transmitía. Su vida interior y una gran capacidad de trabajo junto a una inteligencia excepcional, dan una base humana sobre la que edificar su vida espiritual. El autor de la biografía ha realizado un buen trabajo, documentando cada afirmación, manteniendo una razonable distribución en capítulos los ochenta años de su vida. Un buen biógrafo deja verse al biografiado, quedando él en un segundo plano. Eso que tantas veces hizo Álvaro del Portillo, queda reflejado en esta biografía. No se agota la investigación, pero es un paso importante para conocer mejor a quien fue querido por personas de muy variada condición social y de los cinco continentes.

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