Tolstoi, Lev: La muerte de Iván Ilich.




Esta novela trata de la vida de un funcionario del imperio ruso en el siglo XIX. Logra sus aspiraciones profesionales, pero no le sacian; se casa en un matrimonio de conveniencia que no le hace feliz y se escuda en su trabajo para evitar una convivencia que termina en peleas conyugales. Cuando parece que su horizonte profesional está terminado, logra un puesto que le permite seguir con un ritmo de vida cómodo. Instalando la nueva casa, se da un golpe en el costado que no parece tener relevancia. Son unas semanas de ilusión en la que parece que pudiera volver a recobrar vida. Todavía no ha cumplido cincuenta años y ocupa una posición social envidiable; pero ese dolor del costado no desaparece, lo que dará lugar a la aparición de médicos que capean las preguntas con medias verdades o silencios. Llega un momento de dolor insoportable; ve que puede ser el comienzo del fin; la ayuda la compañía de un criado de la casa, que le atiende con paciencia y hasta con afecto, o al menos sin quejas. Tolstoi, de manera descarnada, refleja una vida en la que se da un vacío existencial, en donde se evita preguntarse sobre el sentido de lo que hace, que le parece vacío; ni cree en nada ni espera nada. El tiempo se vuelve agobiante, a pesar de las dosis de opio que le dan. Casi nadie en la casa es capaz de mantener la ficción, salvo el hijo menor que le mira con pena. Recibe el auxilio espiritual de un pope, si bien espera de él más un remedio físico que espiritual. Tolstoi refleja una vida a la que el protagonista no encuentra sentido cuando aparece el dolor; tampoco su familia parece verle un sentido o significado; no es cuestión del estilo burocrático de su trabajo, sino del vacío vital que descubre y que asume en un momento de lucidez, para volver a las quejas interminables hasta morir.

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