Sarráis, Fdo.: El diálogo.




El autor, psiquiatra, usa un estilo divulgativo sin perder precisión. Las personas somos seres día-lógicos, para que haya un “yo” deber haber un “tú”.

Cada vez más profesionales de la medicina y de la educación ven cómo el diálogo de tú a tú se sustituye, con más frecuencia de la aconsejable, por aparatos tecnológicos diversos. La calidad de las relaciones humanas se empobrecen y el dialogo que se entabla es del nivel inferior, conocido como de ascensor, aludiendo a conversaciones que se tienen al compartir el tramo de subir unos pisos. Para que la conversación cree lazos que unan con fuerza, su contenido debe de estar a la altura. El autor aborda esta cuestión por áreas: con uno mismo, en la familia, con los amigos, con los compañeros y con un genérico los demás para englobar todas las relaciones interpersonales que suponen una transmisión verbal. Quien no se conoce a sí mismo, poco puede decir de él. El diálogo entre los esposos cubre toda la escala cromática; hay que evitar que la rutina o estilos emocionales negativos, ahoguen los nexos que se establecieron durante años. El amor es ingenioso y así como para unos novios el tiempo es escaso, malo sería que el trato entre los esposos fuera aburrido. Lo frecuente es que se coman la atención tareas menos profundas, pero urgentes. Dialogar entre hermanos sentará las bases para que, cuando la vida los separe, mantengan un trato duradero. Con todo lo dicho, el lector se hace cargo del diálogo con los amigos, compañeros, etc. Quien no supiera discernir con claridad los rasgos del diálogo en cada situación tendría algunos problemas por contar a un compañero lo que debiera reservar para un amigo. La capacidad de escuchar, la empatía, el tono positivo, etc., son cuestiones anexas.

Sarráis ha recogido, de forma sencilla y clara, estas y otras cuestiones. Una segunda lectura detenida permite al lector descender a detalles que le sirvan en su vida.

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