Chinchilla, N. y Moragas, M.: Dueños de nuestro destino.






El subtítulo del libro dice así: “Cómo conciliar la vida profesional, familiar y personal.” Ante la pregunta de si es posible lograrlo, la respuesta es que resulta necesario. Hay una triste experiencia de directivos que han sacrificado su vida personal y familiar a la empresa –sea por el fin de la empresa o porque es donde mejor se encontraban- y a los pocos años se encuentran prejubilados, con su familia rota y sin haber cultivado otras áreas de desarrollo personal. Tenemos que aprender a gobernar nuestro propio destino, de manera que acabemos donde queremos ir y no donde nos lleva la inercia. Las autoras hacen un análisis riguroso, teniendo presente la condición femenina, de los pasos necesarios a dar para lograr esa armonía interna y externa que procede de un desarrollo equilibrado. La respuesta no puede estar sólo en las personas protagonistas de esta tarea; es preciso que los directivos de las empresas creen el clima necesario para que el trabajo contribuya al desarrollo personal, permita –mediante horarios flexibles, tele-trabajo, jornadas reducidas, etc.- que esa armonía sea real. La mujer no puede sacrificar su feminidad, ni su posible maternidad, para lograr el éxito profesional. La sociedad no se puede permitir que esa parte de la sociedad, las mujeres, que tienen los mejores expedientes universitarios, queden relegadas necesariamente a un segundo plano permanente. Otra cosa es que una mujer, en el ejercicio libre de su capacidad de decisión, opte por dedicar más tiempo a su casa, a su familia o a otras actividades. Hay que tener orden en la cabeza, en el corazón y en la agenda. Las autoras conjugan un conocimiento claro del medio en el que se desenvuelven –formación de directivos- las demandas de esas personas para poder atender su vida personal y familiar y, en algunos casos particulares, las negativas políticas de algunos gobiernos que han olvidado que la familia es el mejor ministerio de Asuntos sociales, Sanidad y Educación. Hace falta romper moldes de siglos para que la calidad de vida vaya a mejor; soluciones creativas, conciliadoras, valientes... que permitan que cada persona pueda desarrollar al máximo sus potencialidades sin perder el necesario equilibrio interno derivado de haber ordenado bien en la vida las prioridades teóricas y reales. El libro es válido para cualquier persona, no sólo para directivos de empresa. Quizás el título, gráfico en cuanto al protagonismo personal, no es del todo exacto: no somos dueños de nuestro destino; sí somos protagonistas.

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