Fitzgerald, F. Scott: El gran Gatsby.



El narrador, Nick Carraway, ha alquilado una casa en un lugar próximo a Nueva York. Uno de sus vecinos posee una mansión grande y lujosa. Las fiestas que da están siempre llenas. Cuando se encuentra con Nick le invita a asistir a una de ellas. Así es como el narrador se adentra en la vida de joven de alta posición, pero cuyo pasado está envuelto en una neblina que no es fácil de disipar. Si estudió en Oxford o sólo pasó por allí es uno de los interrogantes que nadie conoce. Pero tampoco hay especial empeño en saberlo, mientras haya fiestas, posibilidad de conocer a otras personas, diversión. Es un reflejo y una crítica severa a la frivolidad de los años veinte. Casi todo da igual con tal de que sea divertido. La superficialidad de muchos personajes, en su mayoría jóvenes de ambos sexos, es propia de esa década frívola, tal y como se refleja, lo que no deja de ser una simplificación de poco rigor. Lo más grave es que tras esa apariencia de glamur, de risas, no hay nada sólido. Gatsby no tenía amigos ni relaciones estables. El relato refleja bien lo que pretende el autor, bues escritor pero camino entonces de arruinar su vida. Gatsby era tan pobre que quizá ni siquiera tenía dinero.

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