Ceram, C. W.: Dioses, tumbas y sabios.



El libro fue publicado en 1949; el nombre del autor es el seudónimo de Kurt Wilhelm Marek, periodista y crítico literario, quien publicó este libro y más tarde, en 1955, El misterio de los hititas, en donde confirma su capacidad para documentarse y divulgar lo que la arqueología había descubierto. Ha pasado el tiempo y los conocimientos han ido creciendo. El autor no era arqueólogo, pero dio a conocer al público el fruto de las investigaciones en varios lugares del mundo. Divide este libro en cuatro apartados, según las zonas geográficas de las que escribe: el mundo helénico y romano, Egipto, los países que conformaban Mesopotamia (Irán, Irak y Siria) y América Central. Comienza con la apasionante historia de Schliemann, quien al escuchar de labios de su padre la lectura de la Ilíada, llegó a la convicción de que Troya había existido en la realidad. Se preparó a conciencia, logrando que sus negocios fueran bien y él se pudiera dedicar a buscar los restos que lugares que describe Homero. Tras un duro trabajo descubrió que habían existido a lo largo de los siglos varias ciudades construidas sobre los restos de anteriores. Llegó al nivel en donde encontró restos para demostrar la veracidad de lo que suponía. Lograr que no le robaran lo que descubría y conseguir trasladarlo a su destino final, que fue Alemania, su país natal supuso cometer errores en la excavación que inutilizaron elementos que más adelante se hubieran podido estudiar con más detenimiento y mejores medios. Ahora ya es práctica común entre los arqueólogos trabajar con unas cautelas que no supongan destruir zonas que contengan información valiosa y dejar una parte intacta para que en el futuro se pueda estudiar con más medios. Otro investigador famoso fue Evans, quien logró descubrir el palacio de Cnosos y las huellas de la civilización cretense en el segundo milenio antes de Cristo. A finales del siglo XIX pudo excavar las ruinas de ese palacio y de otros lugares. Los trabajos que realizó en Creta a partir de ese año culminaron en 1899 con el inicio de la excavación de las ruinas del palacio de. Los hallazgos realizados le permitieron establecer la existencia de una civilización en el segundo milenio antes de Cristo. Si Napoleón en la campaña de Egipto a finales del siglo XVIII ya tuvo la genialidad de llevar consigo investigadores que pudieran trabajar en Egipto, será Howard Carter quien dirija años más tarde las investigaciones que había iniciado Napoleón en la campaña de Egipto a finales del siglo XVIII al llevarse investigadores que pudieran trabajar en Egipto. Años más tarde Howard Carter descubrió las tumbas del faraón Tutmosis IV y de la reina Hatshepsut. La investigación en Egipto y la conciencia que toman los países de origen sobre el valor cultural de los restos encontrados, lo que llevó a que se crearan museos en el propio lugar, como el museo en El Cairo en donde estudian objetos que los ladrones de tumbas no habían destrozado en varios milenios. Woolley se dedicó a investigar la ciudad de sagrada de Akemanton también en las primeras décadas del siglo XX. Bingham dirigió las investigaciones en América en relación con el imperio Inca. Morler en esos años hizo lo mismo con el imperio maya. Además de esas investigaciones están la que se hicieron en Pompeya y en otros lugares, cuando ya se desarrolla la conciencia de conservar los restos de civilizaciones anteriores para conocer su historia y darlos a conocer a muchas personas. Babilonia fue otro lugar importante para la arqueología, etc. etc. Al publicarse este libro en 1949 refleja el estado de la arqueología hasta esa fecha. Sin embargo sigue siendo una excelente introducción a esta ciencia.

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