Navarro-Valls, Joaquín: Mis años con Juan Pablo II.



El subtítulo es claro: notas personales. El autor, portavoz de la Santa Sede durante dos décadas fue tomando algunas notas, cuidando ser lo más fiel posible a aquellas en las que se refiere a comentarios del Papa Juan Pablo II. El doctor Navarro-Valls, era el decano de la prensa en el Vaticano cuando fue elegido Papa Juan Pablo II. Semanas más tarde fue llamado a una entrevista en la que se le proponía ser portavoz del Vaticano. No iba a ser una tarea fácil, pero decidió aceptar poniendo una condición: tener acceso directo al Papa cuando el asunto lo requiriera. El otro rasgo que desde el primer momento se nota, es que la actitud de comunicación de la Santa Sede, por deseo del Papa y sugerencia de quien fuera a ser el portavoz, era tener una postura proactiva, no se trataba de estar a la defensiva, sino de facilitar el trabajo de los periodistas que tenían como tarea informar a la sociedad de aquello que consideraran de interés. Eso suponía romper con una trayectoria, también en otras instituciones del mundo. Destaca la profesionalidad con la que el autor intentó ejercer tu trabajo, muchas veces complicado. Contó con la notable ayuda del secretario personal del Papa, don Estanislao, quien le llamaba con cierta frecuencia para despachar con el Papa y cada vez más para hacerlo durante una comida, a mediodía o la cena. Así fue creciente la sintonía tan notable de Navarro-Valls con Juan Pablo II, llegando de forma natural a un trato más intenso que el de un mero portavoz. Le acompañó además de en sus viajes apostólicos, en los momentos de descanso, procurando que el Papa pudiera disfrutar de excursiones a la montaña. Por la condición de médico del autor, aunque no era el médico oficial, en ocasiones tuvo que intervenir para resolver pequeños problemas que requerían intervención inmediata, como que algún colaborador del Papa sufriera una indisposición. En tantos años de servicio a la Santa Sede es lógico que se dieran esas situaciones. El Papa se fue apoyando en él cada vez con más fuerza, como se apreció por ejemplo en la conferencia internacional celebrada en Pekín, en donde se pretendía establecer como derechos generales temas como el aborto. No faltaron momentos en los que la Santa Sede se quedó casi sola defendiendo temas que afectaban a la dignidad de las personas o promoviendo visitas del Santo Padre a lugares conflictivos, como los Balcanes durante la cruel guerra que se produjo en ese territorio. El autor de las notas que aquí se ofrecen no quiso que fueran publicadas en vida suya. Que se tardara tiempo en hacerlo. Si dijo que nunca escuchó a Juan Pablo II un comentario negativo sobre nadie, no estaba lejos de esa finura quien fuera su portavoz. El cariño creciente al Papa, también humano, se apreciaba a medida que crecían las dificultades físicas del Santo Padre; algunas por deterioro natural de los años y otras por el ritmo de trabajo tan fuerte que llevaba. Estas notas sirven para cualquier persona; quizá las entienda mejor quien aprecie el valor sobrenatural que para un católico tiene la figura del sucesor de Pedro. Navarro-Valls en alguna ocasión toma nota sobre lo que considera un error suyo en cuestiones informativas, bien por faltarle datos o no haber previsto reacciones. Por su finura al escribir estas anotaciones no aparecen los naturales forcejeos que tuvieron que darse a la hora de publicar o no algunas noticias. En algunas ocasiones, ambas posturas podían ser acertadas. Su agotamiento tras el fallecimiento del Juan Pablo II le llevó a pedir a su sucesor el ser relevado en el puesto. El Papa Benedicto le dijo que, al menos siguiera un año más, lo que hizo por su actitud de servicio. Como el lógico de quien más habla es del actual san Juan Pablo II y ayuda a conocer detalles cercanos del Papa.

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