Horia, Vintila: Dios ha nacido en el exilio



Novela ambientada en el siglo I de nuestra era. El poeta Ovidio está desterrado por Augusto en la tierra de los dacios, en la zona sur del mar Negro, en Tomis; actualmente territorio turco. Acusado de pervertir la juventud, por poner al descubierto la vida libertina de Julia, sobrina de Augusto. Con cierta frecuencia escribe a Roma para que su esposa y amigos imploren el perdón de Augusto para el poeta, pero las negativas se suceden. El libro está escrito como si fueran las memorias de Ovidio. En aquel lugar, en el limex del Imperio, Ovidio lleva una vida dedicada a sus amoríos, poemas y algún viaje ocasional que le ofrecen. Encuentra, o le llegan noticias de soldados romanos que han cruzado la frontera, para llevar una vida libre de las obligaciones militares y viven del cultivo de la tierra. Perdido en aquel lugar lejano de Roma recuerda sus amores, sus triunfos, su gloria, sus libros, su escepticismo en relación con los dioses. En el fondo de su corazón no cree en la existencia de los dioses romanos, si bien al oír hablar de un único Dios al que llaman Zamolxis, presta atención pues le parece más razonable y cercano al dios del que hablaron griegos de hace cinco siglos. El autor del diario anota lo que sucede en su entorno, que es más bien poco, si bien el cauce del Danubio es siempre una posible fuente de noticias por los barcos que navegan por él. Cansado de los amoríos, busca respuestas en la reflexión sobre la caducidad de la vida. Un día, un médico, Teodoro, le hace saber una noticia que daría razón a esa espera que en varias culturas se da. Le relata el nacimiento de un niño en Belén al que ha acudido alumbrado por el resplandor que sale del lugar en donde ha nacido y por el ir y venir de los pastores. El relato es históricamente imposible de probar, pues el poeta muere en el año 17 de nuestra era y muy pocos tuvieron noticia de sus primeros años en la tierra. A algún lector le puede resultar molesto el ambiente pagano que se describe alrededor de la vida de Ovidio, si bien no se entra en detalles incómodos. Vintila Horia hace que el exilio sea un tiempo de espera de Dios, de esperanza. El mundo pagano en el que vive, con cierta comodidad, no llena los deseos de búsqueda de la verdad. El autor nos muestra que Dios también nació en el exilio –del Imperio romano– para que lo tengamos más cerca.

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