Melendo, T.: La hora de la familia.



En el prólogo, excelente, que hace Javier Vidal-Quadras, dice: “en este libro su autor habla con acierto de la “familia primigenia”; el lugar, en el que a todos nos gustaría haber nacido, vivir y ser acompañados al morir. Aquella realidad en la que todos pensamos, que constituye el referente de cualquiera otra que se le quiera parecer. Aquella noción que a todos nos evoca el término cuando no se manipula. El ámbito en que descubrimos de manera natural y sin necesidad de estudiarlo que somos uno, irrepetible e insustituible, varón y mujer que procede de un solo varón y una sola mujer, hermano que se encuentra con hermanos a quienes ama y con quien crece y aprende a convivir, hijo de un padre único e irremplazable, esposos que se han elegido mutuamente en aquel soberano de la libertad humana que consiste en poseerse íntegramente, pasado, presente y futuro y entregarse y acogerse plenamente y de por vida. Si la que busca el lector es una familia enraizada en el amor, que eleva a la persona a alturas insospechadas, muestra al hombre el camino de su propia humanidad, y abre la puerta de la esperanza hacia una plenitud social que los políticos al uso ni se atreven a imaginar, este es su libro, y esta es su hora». Hasta aquí las palabras del prólogo. La familia es la realidad en la que pensamos, que constituye el referente de cualquiera otra que se le quiera parecer. El ámbito en que descubrimos de manera natural y sin necesidad de estudiarlo que somos uno, irrepetible e insustituible, varón y mujer, hijo de unos padres únicos e irremplazables, esposos que se han elegido mutuamente en un soberano ejercicio de la libertad humana, que consiste en poseerse íntegramente, pasado, presente y futuro y entregarse y acogerse plenamente y de por vida.

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