Maurois, André: Napoleón.



Nació en Córcega en 1769, cuando la isla acaba de ser anexionada a Francia. Gracias a los contactos de la familia, obtiene una beca para ir a Francia a estudiar la carrera militar. Es orientado hacia la artillería. Los primeros años de su vida militar tienen alguna victoria, y varias largas excedencias; en parte para ayudar a su madre y varios miembros de la familia, algo que no dejó de hacer en el futuro. André Maurois tiene la capacidad de ir a lo esencial. Es más ensayista que historiador, pero busca fuentes idóneas para lograr ver los rasgos de fondo que marcan la vida de quien llegó a ser una de las personas más destacadas de la historia de Francia. Sus comienzos fueron balbuceantes, Francia estaba inmersa en la Revolución y cualquier error le podía llevar a la guillotina o al triunfo. Durante años no se aprecia que se decante hacía ninguna corriente de pensamiento. Es un excelente estratega en lo militar y en alguna medida en lo civil. Su matrimonio con Josefina le facilitó contactos, pero no recibir un amor de quien al comienzo estuvo enamorado a pesar de las numerosas infidelidades de su esposa. Vence en algunos momentos decisivos, llegando la crueldad al combatir; pero sabe pasar inadvertido cuando los triunfos militares le pueden llevar ser descartado. Cuando logra ser nombrado Primer Cónsul en 1799, ya tiene la puerta abierta para, mediante sus victorias llegar a una posición de fuerza que le permite nombrarse a sí mismo Emperador en 1804. Cuenta con Talleyrand para la diplomacia con Fouché para la policía. Sus victorias militares ocultan sus derrotas: Austerlitz y Trafalgar tienen lugar el mismo año, pero el pueble francés apenas tendrá noticias de la segunda. En 1808 tiene lugar el levantamiento civil en España y a pesar de sus victorias, cuando invada Rusia se verá atrapado por el general invierno. La extensión de Rusia y el frio le llevaron a ser vulnerable en la retirada. Vencido en 1813 por una coalición alentada por Reino Unido, es desterrado y tras una vuelta breve al poder, su destierro pasa a ser en tierras lejanas. Demostró en su fase imperial dotes de gobierno para dotar al Estado de medios eficaces. Su ambición no tenía límites y antes o después le llevaría al fracaso.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Índice

Fulwiler, Jennifer: Un encuentro inesperado.