Day, D.: Mi conversión.


La autora nació y murió en Estados Unidos entre 1897 y 1980. Este libro es uno de los varios escritos por ella en los que cuenta facetas de su vida. Este, con el subtítulo de Unión Square a Roma, fue publicado por primera vez en 1938 y algunos lo consideran un borrador o preludio del que escribió más adelante que título La larga soledad., debiera ser leído a la luz de otros posteriores, como el editado en esta misma editorial y que lleva por título Sin Mordazas, publicado por Rialp tres años después. Actualmente la autora está en proceso de beatificación y sería preciso disponer de todo los libros publicados para conocer con detalle su proceso de conversión y quizá de santidad. De su infancia ofrece datos sueltos, como que fueran varios hermanos. Apenas cita a su padre, pero sí varias veces a su madre. Algunos autores señalan como el interlocutor de este relato es uno de sus hermanos, a quien trata de explicar que no ha dado la espalda a los activistas que defendieron derechos de las mujeres y de los trabajadores, antes y después de la Primera Guerra Mundial. El contenido del libro señala una trayectoria errática, la vida de una joven independiente que estudia dos años en la universidad y colabora en diversos periódicos, la mayoría de inspiración marxista. Se diferencia de otras jóvenes de su entorno en buscar la verdad y en un ansia de infinito que no sacia con sus actividades habituales. Pocas compañeras suyas han leído a Dostoievski y a Tolstoi; pero su formación no deja de ser errática. Lee la biblia de forma ocasional y, en más de una ocasión durante sus estancias en la cárcel ocasionalmente, por ser uno de los libros a los que tenía derecho. El trato recibido en sus estancias de prisión muestra la brutalidad o al menos brusquedad con el que es tratada. Su vida, da un giro cuando decide bautizar a su hijo en la Iglesia Católica. La formación que recibe con ese motivo y la posterior con su petición de bautismo, le permiten conocer el rostro de Dios que no tiene los rasgos con los que se le califican en su entorno. Se plantea temas que no tienen fácil respuesta, pero su fe es capaz de aceptar la confianza en ese Dios a quien irá conociendo más a fondo a lo largo de su vida. No dejó de luchar por defender algunos principios que consideraba justos, a la vez que adquirió una confianza en Dios que le llevaba a fiarse de Él. Una parte de sus carencias eran debidas faltas de formación y otras requieren fiarse de un Dios que es Amor. El Papa Benedicto XVI tuvo elogiosas palabras hacia ella en el 2013. Quien desee conocer mejor su vida deberá acudir a otras publicaciones en las que se relatan aspectos que aquí no se abordan.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Índice

Fulwiler, Jennifer: Un encuentro inesperado.