VV. AA. Humanae vitae. Ed. Palabra. 2018.
   En el 50 aniversario de la publicación de esta encíclica, escrita por Pablo VI. En el momento que fue escrita, el año de la revolución de 1968, causó notable polémica y Pablo VI, que había gozado de popularidad entre algunos medio, pasó a ser atacado por no católicos y desobedecido por católicas. En la tradición de la Iglesia y en la concepción de la dignidad de la persona, se considera que al acto unitivo propio del matrimonio manifiesta el amor abierto a la vida. En esta publicación, además del prólogo que sitúa el texto, incluye la encíclica, el magisterio de san Juan Pablo II, en sus documentos y en sus discursos, textos de Benedicto XVI y del papa Francisco que mantienen la unidad de magisterio en el tiempo. Romper la relación entre el amor y la apertura a la vida, se extendía por occidente. Algunos slogans de esa revolución social así lo proclamaban. Pero no se limitaron al llamado amor libre, a relaciones sexuales fuera del matrimonio; se pretendía separar las dimensiones en la vida matrimonial. Se unían dos factores, uno fue la mentalidad maltusiana, alarmada por el crecimiento de población en el planeta. El otro era más reducido y tenía que ver con lo señalado en esta encíclica; es el amor libre. Disfrutar del sexo sin consecuencias requiere que no tuviera apertura a la vida o que, si se producía un embarazo, el aborto fuera visto como parte de la solución. Algunas personas veían dificultades para vivir la apertura a la vida en sus relaciones conyugales por razones graves –económicas, sociales, etc.- El Papa conocía esa realidad y fue sensible ante esa situación. La visión anti-natalista se aplicó y aplica a las ayudas previstas para el tercer mundo. El Papa Francisco lo deja claro en una entrevista que se incluye al final de esta publicación. En las relaciones esponsales distingue, con claridad y argumentos, cuando se evita o interrumpe la posible concepción a cuando, por razones graves que los esposos consideran ante Dios, distancian los posibles embarazos aplicando el conocimiento de los periodos fértiles. Esa distinción tiene una base antropológica, no es algo accidental. La Iglesia considera a la persona en su totalidad, cuerpo y alma, y debe defender el valor de la vida matrimonial dentro del valor de la dignidad humana y la defensa de la familia. Es un libro breve, cuyo contenido es fácil de comprender y quizá no tanto de vivir. No obstante, con la gracia sacramental, es posible y así lo hacen muchas personas. Los textos del magisterio sobre matrimonio y familia son abundantes pues está en juego el futuro de la humanidad.

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