Nathalie-Toye-Dubs: Winston Churchill, una biografía colectiva.
Ed. Crítica. 2018.
Varios autores se dividen el
trabajo, casi todos profesores universitarios, coordinados por Toye. El fondo
documental elaborado por Churchill, más de veinte libros, muestra la ingente labor
de este reto. Nació en 1874 y falleció en 1965. Apenas trató con sus padres,
quienes dilapidaron la fortuna familiar; su madre viuda le facilitó contactos
que le sirvieron en su vida social. Estuvo casado con Clementine Hozier, y ambos
murieron ambos. Tuvieron cinco hijos, pero su dedicación al hogar fue escasa.
Su esposa supo cubrir parte de sus lagunas. Comenzó su vida profesional en el
ejército, primero en la India y luego en Sudáfrica; luchó en Sudan y durante un
breve periodo de la Primera Guerra Mundial. En Sudáfrica cayó prisionero y
protagonizó una sonada fuga. Instalado en Londres, se dedicó a la política.
Comenzó con fracasos, como el ocurrido al intentar vencer a Turquía en la
Primera Guerra Mundial; la derrota británica en los Dardanelos fue un duro
golpe, para la marina de su país y para su carrera profesional. Desaparece
temporalmente y regresa como ministro de economía en 1924, con la difícil tarea
de gobernar en la postguerra y con las secuelas de la crisis de 1929. Su
decisión de volver al patrón-oro parece acertada. Participó en varios gabinetes
y cambió de partido no por oportunismo, sino por pensar que así defendía mejor
sus puntos de vista. Casi toda su vida militó en el partido conservador. En la
crisis posterior al crack de 1929 negoció con los sindicatos de las minas de
carbón y demostró más sensibilidad social que capacidad negociadora. Su acción
decisiva fue oponerse a Hitler, lo que le llevó a dirigir el país durante casi
toda la Segunda Guerra Mundial. Vio con claridad el peligro del nazismo y de Hitler.
Luchó para conseguir que Estados Unidos les prestara ayuda, para lo que se
sirvió de su trato con Roosevelt. Al terminar la guerra siguió como líder de su
partido, pero no gobernó hasta 1951. En su carrera política fue jefe de
gobierno, ministro y jefe de su grupo parlamentario. Su visión de la mujer en
la sociedad cambió con el tiempo, pero era reacio a la igualdad social. Tampoco
simpatizó con otras razas; consideró la blanca la más dotada, aunque admirará
la valentía de los soldados de la India, indios y musulmanes. No confió en la
Unión Soviética y vio el futuro de los territorios que los rusos liberaran.
Escribió mucho sobre la época que vivió. El libro, al tener capítulos escritos
por especialistas, no facilita una visión de conjunto, que debe elaborarla el
lector, pero ofrece abundantes datos para hacerlo. Churchill no tuvo reparos en
bombardear poblaciones alemanas, ni que se lanzara la bomba atómica en Japón.
Al gobernar en 1951 mantiene su postura ante la guerra fría y el telón de acero,
pero cambia la estrategia. Que EE.UU. y la URSS tengan la bomba de hidrógeno,
mil veces más potente que la lanzada en Hiroshima, le lleva a replantearse
algunos enfoques. Una guerra así sería una pérdida para todos. El libro ofrece
abundante material y una bibliografía muy completa.
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