Zalbidea, D.: Agradar a Dios.

El autor dirige una petición a Cristo: "que vea con tus ojos, Cristo mío". Esa frase que aprendió leyendo a san Josemaría, es lo que el autor va a tratar de hacer y el lector plantearse seguir la vida de Cristo, mirando a cada persona, cada suceso con Su mirada. A lo largo de estas páginas veremos diversas personas, a quienes la mirada de Cristo les cambió la vida. La mujer pecadora que los fariseos llevan ante Jesús para ver qué hace. Cristo siempre sorprende, porque su modo de mirar es diferente. Quizás lo más difícil es interiorizar cómo nos mira a cada uno. A veces pensamos qué tengo que hacer para recibir una mirada de cariño Suyo. En realidad, Cristo nos mira con cariño, no porque lo merezcamos, sino por la gratuidad de su Amor. El mundo, y cada uno de nuestros, cambian con esa perspectiva. La confianza que Jesús con cada uno de sus apóstoles, les hizo crecer. Saberse con esa confianza permanente de Cristo en mí, lleva a tratar de corresponder con la libertad de quien se sabe depositario de esa confianza y de ese cariño, no porque seamos dignos de ellas, sino porque Él es bueno. La vida cristiana vista así no es un camino de obligaciones, sino de amor. Saberse querido y procurar corresponder a tanto Amor. El encuentro con Cristo no es algo rodeado de actos extraordinarios, será en los sacramentos, en la vida ordinaria, santificando la vida que cada uno está llamado a dotar de sentido cuidando por amor las cosas pequeñas que ayudan a que la vida de trato con Dios, familiar, laboral, social, esté hilvanada por mirar con los ojos de Cristo lo que a cada uno le toca convertir en ocasión de santificarse y ayudar a otros a estar más cerca de Dios.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Índice

Fulwiler, Jennifer: Un encuentro inesperado.