Ramoneda, Luis: El bandolero de Recóndita.



El libro relata recuerdos de la infancia de Miguel, narrador, durante la estancia de su familia en la población que figura en el título. Es una familia numerosa, de la que Miguel es uno de sus miembros medianos. Relata sucesos cotidianos, quizá en ocasiones con la mirada sorprendida de un niño que percibe algo que le llama la atención. El autor ha deslocalizado el lugar donde viven; su padre pudiera ser notario y obtiene plaza para vivir donde sucede el relato y el libro termina cuando su padre accede a una plaza en otra población. El capítulo titulado el bosque de oro, es la denominación de un hayedo en pleno otoño, con una gama de colores que ayudan a que la belleza de ese paisaje llame la atención. La vida discurre en un entorno de normalidad en la que el relator está más interesado por el mundo que le rodea que por su vida escolar. No es brillante en matemáticas, pero cuando escucha una palabra de la que desconoce su significado, acude al diccionario que su padre tiene en el despacho para consultarlo. Tiene un estilo amable, quizá porque así es la mirada de Miguel, el narrador. La rotura de un brazo de una persona y de una pierna de otra, son vistas con algo especial pero sin tintes catastróficos. Quizá si rodea de un aura de misterio el día que, en lo alto de una colina, se encuentra con un hombre a caballo que le pide comida y, después, que le acompañe para cruzar al otro lado del valle. La negativa de Miguel y su huida precipitada, así como el final de ese pasaje si tienen un aire de excepción; lo que no deja de ser natural pues pocos niños en su vida encuentran un bandolero armado. Su vida gira alrededor de los planes que hace la pandilla de chicos de su edad. Ve con normalidad su relación con los hermanos y padres, por lo que debe suponer que es lo normal para todos los niños. El autor acierta al enfocar el relato desde el prisma de Miguel, lo que le da cierta ingenuidad y capacidad de percibir los detalles de la naturaleza. Además, viven en un entorno en el que se relacionan con personas del pueblo con normalidad. Comenzar y terminar el relato en un otoño, evoca que la vista de los árboles, especialmente los hayedos, en esa época del año, es un recuerdo que permanece en su memoria. Las reuniones con abuelos, primos, etc., son vistas de modo amable pero no son centrales en el relato. Si describe bien a sus abuelos y abuelas, y sabe captar las diferencias de estilo carácter. El relato no es insustancial porque descubre la belleza de lo cotidiano, porque la mirada ingenua de Miguel dota de especial encanto lo descrito y porque el autor cuida bien el estilo narrativo, sencillo y grato.

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