Tyler, A.: Una sala llena de corazones rotos.



Novela sencilla que relata la anodina vida de un varón de mediana edad que se encarga del mantenimiento del edificio en el que vive y además resuelve algunos pequeños problemas informáticos a domicilio; cuando le deja su pareja se encuentra incapaz de encontrar alicientes en su vida. Ni era un gran amor ni tenían en el horizonte el matrimonio; para ambos era una forma de vida con escaso compromiso, pero un alivio a la soledad. Un día aparece en su casa un chico joven, hijo de la primera novia de Micah, el varón mencionado, quien ha localizado a este y busca un refugio pasajero en su casa. Esa llegada es la ocasión, no el motivo por el que le abandona Cassia, su novia actual. El joven, Brink, ha tenido algún problema en la universidad y vaga evitando afrontar los hechos con su madre y el marido de ésta. Ayudar a su antigua novia le hace rememorar épocas anteriores y nota la especial desazón de una vida solitaria y sin horizontes especiales. Acude a un encuentro familiar con sus hermanas y sus familias, pero los lazos que les unen no son fuertes. Quizá no hay un único motivo que le lleva a plantearse si ese estilo de vida que lleva es posible cambiarlo. El cierre del libro deja abierta esa puerta, de modo que deje de ser una persona solitaria, amable con los vecinos y clientes, pero sin lazos más fuertes que una vecindad cordial y ser un buen profesional. A lo largo de la novela aparecen otras personas que en mayor o menor medida llevan una vida sin ideales. Quizá no haya dejado muchos corazones rotos, pero el suyo está vacío, o ha sido ocupado por amores pasajeros sin un compromiso en el horizonte. La aparición en su vida de Brink y de su madre, su primera novia, es el desencadenante que le lleva a afrontar su vida actual y ver que la soledad no una solución, ni buena ni estable.

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