San Miguel, Marta: Antes del salto.



La autora, escritora y periodista, había publicado antes poemarios y una obra de no ficción. Escribe en primera persona; la protagonista podía ser ella u otra persona. Una mujer que todavía no ha cumplido los cuarenta años, viaja en avión rumbo a Lisboa con sus dos hijos a quienes llama Mayor y Pequeño. Ella ha pedido una excedencia para reunirse con Marido a quien la empresa ha destinado a esa ciudad, en un puesto de investigación en la Red Hidrográfica del Tajo. Preparar el traslado del equipaje para unos meses no es tarea sencilla; ya en el avión se da cuenta de haber olvidado un póster en el que, siendo joven jinete, está a lomos de su caballo Ouessant, en el último salto que realizaron. Aunque procura no darle mucha importancia, el caballo aparecerá de forma recurrente, incluso en sueños. La descripción de los saltos que hacen en competiciones muestra que la autora entiende de caballos como quien ha realizado muchas de las tareas que describe. Con buena pluma refleja tanto la ciudad a la que llegan así como las muchas facetas que acompaña a quien necesita aclimatarse en un entorno en el que al inicio no conoce ni el idioma. Con un estilo intimista, que rompe ocasionalmente con términos que sorprenden al lector por el brusco paso de una delicada descripción de un paisaje a una expresión que suena fuerte, no porque el lector sea mojigato, sino por el salto que la autora da dentro de su estilo delicado. Las referencias a su madre con muy frecuentes, en parte por su muerte relativamente reciente como por las actividades que compartieron y quizá por el lazo que se puede establecer entre madre e hija en ocasiones. La autora escribe una historia no lineal, pero con una emoción real, contenida sin espacio a mostrar sentimientos en toda su hondura. Cuando montaba a Ouessant, antes del salto habla de arriesgarse, de perder el miedo, de tomar la vida como viene; no con resignación, sino con espíritu de superación. Asumiendo errores y venciendo obstáculos. En ocasiones esos rasgos se quedan en deseos, cuando la añoranza impregna sus sentimientos, que revela con un suave velo que protege su intimidad.

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