Lewis, C.S.: El gran divorcio. Un sueño.



El autor explica en la introducción qué no pretende hacer teología, sino relatar un sueño en el salen a relucir cuestiones teológicas. Evita escribir con la precisión del teólogo y puede hacerlo como ensayista. La primera afirmación es que en ese sueño se vive en un mundo gris, en el que se niega la posibilidad de conocer la verdad ya que todo se mueve en el relativismo; las cosas no son verdaderas o falsas sino que siempre es posible un punto de encuentro: el gris. En su relato, unos viajeros, entre los que se encuentra él, emprenden un viaje, tras varias discusiones, a un lugar en donde las distancias son gigantes. Allí, prefieren vivir solos a tener que atender a nadie, salvo que esté dispuesto a escucharles y asentir a todo lo que digan. Es más importante el yo pienso que la realidad misma. El criterio que rige la vida allí es el egoísmo. A veces, por dejarse llevar por los riesgos de cosas buenas: es más importante organizar cómo hablar de Dios que Él mismo; cómo atender a los pobres que los propias personas. Confundir los medios con el fin es debido a que los medios los pongo yo; salvo que el fin sea yo mismo. La realidad es que no siempre es posible llegar a acuerdos totales; un criterio que ayuda a discernir es si se ponen en duda las ideas o se ataca a las personas; éstas son siempre dignas de respeto, aunque estén equivocadas. Pero es un error pretender que el respeto a las personas suponga considerar cierto todo lo que dicen o hacen. Ensayo lúcido y valiente.

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