Harris, Robert: Dictator.





Tercer y último título de la serie que tiene como eje la figura de Cicerón, en el siglo I antes de nuestra era. En este volumen, Cicerón ha pasado por su momento de esplendor, lo que le ha dado prestigio en Roma y algunos enemigos. Con los comentarios que hicimos al comienzo de la serie sobre las fuentes de información, es el relato novelado de la lucha por el poder entre Pompeyo y César. Cicerón defiende la legalidad vigente en la República romana, Los militares que acumulan poder, dinero y prestigio por sus victoriosas campañas militares desean imponer sus normas. Cicerón aparece reflejado como excelente orador y buen jurista, lo que no es obstáculo para que por su afán de notoriedad haya adquirido compromisos que le llevan a actuar de manera arbitraria en algunas ocasiones. Es de los senadores más capaces e íntegros, pero no se oculta sus errores, y debilidades, de las que la vanidad es una muestra. Trató de mediar entre Pompeyo y César; ambos lo apreciaron, pero a veces no es posible quedar bien con todos. Julio César al final de su vida exigió ser tratado como un dios; no sabemos si porque la soberbia le cegó o si se lo llegó a creer realmente. En la vida familiar de Cicerón, a éste le tocan años difíciles, en parte debidos a la poca atención que presta a las cuestiones familiares. Tras el asesinato de César parece que es posible recuperar la fuerza de los organismos republicanos que sostienen Roma. Cicerón, cada vez más ausente de la vida política apoya a Octavio al considerar que es quien mejor puede salvar la legalidad. Pronto saldrá de su error. Cuando se forma el triunvirato formado por Octaviano, Marco Antonio y Lépido, éstos ordenan su asesinato ante el temor de sus críticas al limitar las competencias del Senado, suprimir las libertades públicas y establecer las férreas leyes del Imperio. Cicerón afronta la muerte con valor y nobleza. Queda tras de sí una Roma que pasarán por siglos de esplendor y poder, pero con la institución familiar muy deteriorada y con una moralidad ritualista ante unos dioses en los que no creen; en todo caso valoran las tradiciones romanas y la religiosidad recibida como una parte de esa tradición. Roma ha legado a la humanidad el derecho que lleva su nombre y Cicerón es uno de los grandes forjadores del esplendor de la República.

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