Guarch, Gonzalo H.: El informe Kerry.





Relato novelado pero muy pegado al terreno. De un encuentro entre Obama y el Papa Francisco surge el deseo del presidente de EEUU de encargar un informe, que lleva el nombre del secretario de Estado de esas fechas, 2014. Kerry encarga a un antiguo compañero de universidad, actual profesor en Harvard, a organizar un equipo de personas que en el plazo de algo menos de un año elabore un informe preciso y detallado sobre la situación de los cristianos en el Medio Oriente. Lewis, no practicante, elabora un equipo variado con el fin de captar mejor todos los matices de la situación. La presencia de una mujer en el equipo ayudará a tener en cuenta su percepción, en particular del trato a las mujeres en esos países. Como no podía ser menos, aunque son civiles y viajan con un supuesto encargo de la UNESCO, un miembro de la CIA forma parte del equipo. A veces viajan de dos en dos, otras en solitario y se pueden reunir en los lugares más dispares. Uno de los componentes del equipo es un jesuita con capacidad para entablar contactos con gran facilidad. El riesgo de la tarea es patente. De hecho en el año que se tarda en recopilar la información, mueren tres personas del grupo y la mujer, Carla, pasará por una experiencia traumática. Dejando al margen las vidas personales de los protagonistas, factor poco relevante para el contenido del informe que deben elaborar, asistiremos a encuentros que permiten hacerse cargo de la compleja situación en la zona. Visto con occidental, algunas acciones que se consideran ayudas tienen efectos colaterales para los cristianos, pues de eso trata el informe, graves. Basta conocer el dato de Irak. Durante el mandato de Hussein había casi dos millones de católicos en el país; ahora apenas quedan ciento cincuenta mil. Visitan Irak, Irán, Israel, Afganistán, Siria, Líbano, Egipto y Sudán. El lector puede perderse en las divisiones entre los musulmanes, no solo chiitas y sunitas, son muchas más las diferencias. Nombres que en Europa apenas se conocen, allí requieren ser matizados. Por ejemplo los coptos, los kurdos, etc. Son cientos cuando no miles de años os que tienen algunas culturas que allí conviven, o convivían. La realidad es mucho más compleja de lo que a primera vista pueda parecer. El caso de Siria es un buen ejemplo. El régimen de al-Assad no respeta las reglas democráticas, pero si se viniera abajo es tal el conglomerado de fuerzas que luchan contra él que el país se podría convertir en un hervidero peor que el actual. Sorprenden aspectos como la postura de Arabia Saudí, de absoluta intolerancia hacia los cristianos, fuente de dinero para organizaciones terroristas y, sin embargo, en muchas cuestiones aliado de EEUU. Algunas veces da la impresión de que los occidentales no comprendemos lo que allí ocurre y que algunas decisiones están movidas por intereses materiales. La propia de situación de Turquía es confusa y la situación de El Líbano de grave riesgo por su debilidad y los vecinos de los que está rodeado el país. Los cristianos se sienten habitantes de esos países, en los que llevan muchos siglos viviendo. Por otra parte aportan un elemento estabilizador, pues no optan por posturas violentas. Pero si en unas décadas han pasado a ser minoritarios, si no cambian las cosas su futuro es poco esperanzador. Solo la tasa de natalidad de los musulmanes llevará a que en unas décadas su presencia sea aplastante. Libro valioso para conocer aspectos en los que la información que recibimos en occidente no entra en detalles, ya de por sí complejos, pero que afectan a muchos millones de personas. No hay una respuesta única a lo que occidente debe hacer, pero al menos debemos hacer el esfuerzo de entender lo que pasa allí, de lo contrario es imposible que las decisiones que se tomen sean acertadas. El relato es una novela y hay que saberlo a la hora de leerlo, pero a pesar de los datos que aporta el informe, nada nos asegura que la posición de occidente sea común ni que se mueva por intereses altruistas.

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