Boom, Corrie Ten: El refugio secreto.



Historia de Cornelia Ten Boom -Corrie y su familia, que vivían en la ciudad de Haarlem, Holanda; tenían una relojería. La familia estaba muy unida; ahí, en ese hogar -la Beje- el padre tiene un papel destacado por cómo educa a sus hijos, y por su estilo de vida. La madre era muy generosa, visitaba a los pobres del barrio y les ayudaba en lo posible. Estaba enferma a causa de las secuelas de un derrame cerebral. Los padres tienen una profunda fe en Cristo y la lectura y meditación de la Biblia es una parte esencial de sus actividades cotidianas. Los hijos varones, Nollie y Willen, se casaron y se quedaron en el hogar dos hermanas solteras. Willen más adelante se hizo pastor de la iglesia reformada holandesa, a la pertenecía toda la familia. El amor de Corrie por un joven, Karel, sufre un serio disgusto cuando descubre que Karel se casará con otra joven de un nivel social superior. En 1940 los nazis invaden Holanda y el país apenas opone resistencia a la poderosa maquinaria de guerra alemana. Pronto, en la vida diaria, se percibe el clima antisemita y la Beje se convierte en refugio para muchos judíos; esa casa será un refugio clandestino; ellos mismos se sorprenden de que a pesar del movimiento de personas que había, los alemanes no hubieran tomado medidas. Salvaron cientos de personas, estaban en contacto con la resistencia holandesa a la ocupación y lograron cartillas de racionamiento para alimentar al creciente número de acogidos. Con ayuda de un arquitecto, construyen una habitación en una zona de la casa para esconder los judíos en caso de registro. Siete personas formaban la familia, y lo habitual es que cada día comieran al menos otras tantas; Betsie sacaba fuerza para atender las necesidades. Hicieron simulacros de registros y pusieron varios timbres de alarma. Por supuesto, sabían que su teléfono estaba intervenido. Desde allí hacían llegar a otros lugares a los refugiados que acudían a su casa. Sabían que a los judíos detenidos los llevaban a campos de exterminio en Alemania y Polonia. En 1944 la policía hizo una redada y arrestaron a toda la familia: al padre, los hijos y nietos. La madre ya había fallecido. En la cárcel separaron a las mujeres; las hermanas mantuvieron el contacto posible en esas circunstancias. En una ocasión Betsie le comenta a Corrie que no importa el tiempo que estén internadas, pues así podrán enseñar a sus guardianes alemanes a amar. Ella había sufrido diversas vejaciones pero no les guardaba rencor. Rezaba por ellos, pensando que tendrían un gran sufrimiento interior. Eso le llevó a Corrie a pedirle a Dios el don del perdón a sus enemigos. A medida que avanzaban los aliados, a ellas las trasladan hacia Alemania. Fueron asignadas al campo de trabajo en una jornada de 11 horas. Por las noches celebraban su servicio de oración. Se unían a grupos de católicas y ortodoxas y juntas rezaban. Betsie, enferma, acabó en el hospital donde falleció. A la mañana siguiente, Corrie, es librada por un error administrativo. Regresó a Haarlen y allí fundó con otras personas centros de rehabilitación para los que han sufrido en la guerra. Corrie pudo contar por todo el mundo esta historia. Fue nombrada Justa entre las Naciones por el gobierno de Israel. Murió en California el 15 de abril de 1983.

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