Beevor, Antony: Rusia: Revolución y guerra civil (1917-1921).

 Para entender este libro, es preciso conocer bien la situación rusa antes de la revolución. La situación del campesinado era paupérrima, el poder del zar estaba mediatizado por Rasputin y la zarina, de origen alemán, Nicolás II no tenía interés en los temas de gobierno y la corrupción hacía que apenas conocía la situación real del país. Cuando estalla la Primera Guerra Mundial, 1914, los 15 millones de soldados rusos movilizados apenas tienen armamento y sufren graves carencias de ropa y alimentos. El zar abdicó, ilegalmente, en Alejandro, quien se vio desbordado por la situación y pronto se formó un gobierno provisional, con la intención de hacer una constitución republicana y, tras reconocer el derecho de las mujeres a votar, ver el partido que pueda formar gobierno. Los hechos fueron por delante de sus deseos; un gobierno provisional dirigido por Kerensky se dedicaba a apagar focos de protesta. La llegada de Lenin y otros revolucionarios a Rusia sirvió para incrementar la fuerza de los comunistas en los núcleos de gobierno. El rechazo a la guerra era casi general entre los soldados y su deseo mayor era volver a sus casas y participar en el reparto de tierras prometido por algunos revolucionarios. Entre 1917 y 1921 socialistas y monárquicos se unieron para luchar contra el Ejército Rojo, liderado por Trostsky y apoyado por el régimen comunista de Lenin, dando lugar a una guerra civil. La revolución fue ganando fuerza y los bolcheviques que eran minoritarios al comienzo fueron ganando posiciones, sin llegar a ser los más numerosos, pero sí los más decididos. En este largo relato, Beevor muestra el horror de la guerra para el soldado. El libro es exhaustivo, lleno de nombres y datos; con muchos detalles que reflejan la dureza de la situación desde diversos puntos de vista. En estas 600 páginas, el autor, además de escribir sobre líderes clave como Lenin, Trotski, y Stalin, cuenta el papel de los campesinos, de los obreros que comenzaban a crecer por efecto de una industrialización que, aunque tardía, tenía lugar. Describe el papel de países como Gran Bretaña, Estados Unidos o Francia, que hicieron del conflicto algo más que una guerra civil. Es aconsejable documentarse previamente en los datos esenciales de ese periodo para no perderse entre la avalancha de datos que aporta Beevor. La revolución lleva consigo muertes más insospechadas que en la guerra; a veces, es por inesperada, otras cruel hasta el ensañamiento. La guerra civil permitió a los revolucionarios llevar a cabo actos que en situación diferente no hubieran podido realizar. En una guerra civil el odio puede ser más fuerte; es obvia la falta de unidad entre los que se resistieron a la revolución. Levantamientos militares sin coordinar en algunos lugares, movimientos independentistas, etc.,  no se aprecia unidad en el llamado ejército blanco por contraposición al ejército rojo. Del primero hubo varios, en el segundo la disciplina fue mayor y decisiva para el triunfo. Lenin es sin duda el líder principal; cuando muera, en 1924 no tiene claro quién debe ser su sucesor, Trostsky o Stalin. Este último resolverá con prontitud la duda. El lector debe elegir entre una lectura pausada o situarse en líneas generales, lo que supone no aprovechar la erudición del autor. 


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