Amigorena, S.: El gueto interior.

    El autor, nacido en Buenos Aires, vive en Francia desde su infancia. Relata con un primer plano muy marcado la historia de su abuelo, Vicente Rosenberg. Este llegó a Buenos Aires, en parte para llevar una vida independiente de su familia, amigos, etc. En 1940 Vicente, con treinta y ocho años, tiene una vida estable en Buenos Aires junto a su mujer. Rosita y él han formado una hermosa familia. Llegó a Argentina en 1928 desde Polonia buscando un futuro mejor que el que se le presentaba en su país, donde los judíos comenzaban a tener problemas. Otra razón que le empujó a salir de allí, fue alejarse de su familia para vivir su propia vida y prosperar a su manera, lejos de las ancestrales costumbres judías con las que no se sentía identificado y de un Dios en el que no creía. Con el tiempo, y según crecían los problemas en Europa, propuso sin apenas insistencia, a su madre y hermanos irse a vivir con él a Argentina; nunca hicieron ese viaje. A partir de 1942, en que se comienza a difundir la barbarie nazi contra los judíos, Vicente lleva una vida física y otra mental. Quizá es el sufrimiento por todo lo que puede estar pasando su familia, le lleva a un sentimiento de culpa que le sume en una depresión, al sentirse fugitivo y traidor. Su identidad como judío se acentúa. Rosa lleva en silencio el dolor de ver a su marido silencioso, sin mostrarle cariño ni a ella ni a sus hijos. Amigorena muestra el dramatismo del sufrimiento vivido en la lejanía. Los lazos de sangre, la culpa, el dolor, la angustia, todo, se dirige hacia la oscuridad más absoluta redimida sólo por el amor. El sentimiento de culpa no lo puede resolver al no tener ni sentido sobrenatural ni la asistencia a un psiquiatra que le ayude médicamente. Es la historia de una familia que el autor ha transmitido con intensidad los lazos personales. 


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