Martí Del Moral, P.: El rostro del Amor.





Entre las formas de escribir un libro, destacan dos; una es reunir material ya preparado y darle un orden interno; el otro, es partir de un mensaje que se quiere transmitir y articularlo de forma lo más armónica posible. Este libro corresponde al segundo estilo. Ante la pregunta ¿dónde está Dios?, que escuchamos al ver catástrofes de diverso tipo, hay diversas formas de responder. Martí no rehúye las preguntas complejas, sabe que el mal es un misterio que no terminamos de entender. A la pregunta de practicar la misericordia es una forma de colaborar a que los abusos continúen, el autor muestra con claridad que la justicia sólo no basta; es una idea que varios teólogos han respondido con precisión. La misericordia ni anula ni suple a la justicia, va más allá. Llevado al terreno personal, vemos como en los Evangelios es un término que aparece con mucha frecuencia y que es el motor inmediato de varios milagros. El autor comenta la parábola del Hijo Pródigo, que ha sido estudiada durante siglos desde diversos ángulos. Quizá en la sociedad post-cristiana ocurra lo que en la pagana previa al cristianismo, la no existencia del sentido de pecado. Sólo quien se sabe con miserias puede pedir misericordia. La cultura del perdón está enraizada en ahí. El hombre puede ser misericordioso y ser sujeto de misericordia. Hay un tipo de miserias, el pecado, que sólo Dios las puede perdonar, de ahí que es inevitable preguntarse la razón por la que en diversas ocasiones, ante la petición de un milagro corporal, la primera respuesta de Cristo era decir: Tus pecados quedan perdonados. Esa respuesta era motivo de escándalo y el comentario que se añadía era, solo Dios puede perdonar los pecados. La muerte en la Cruz para redimirnos es la respuesta de Cristo, pero no la última palabra. Si no hubiera resucitado, vana sería la fe en Jesucristo, no pasaría de ser un buen hombre al que asesinaron. Si se acepta la Resurrección, se reconoce que la vida tiene otra dimensión a la que somos llamados y de la que recibimos un adelanto en los sacramentos, especialmente en la penitencia y en la Eucaristía. Libro profundo, pero ordenado y claro que abre un panorama de esperanza con un fundamento sólido para quien acepta este mensaje. Para los lectores con buena formación su lectura es de dificultad mediana y logros muy luminosos. Quien no acepte las verdades aquí explicadas, puede ser un punto de luz para una reflexión seria que ayude a encontrar un sentido a la vida.

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