Montiel, J.: El niño que he sido.
Montiel, J.: El niño que he sido. Ed. Pre-textos, 2024. NARRATIVA
El autor rememora momentos de su infancia; lo que más le impresionó no guarda relación con lo que los adultos consideran relevante. Añora mirar las nubes durante horas, contemplando e imaginando… El primer día que fue al colegio lloró. Su maestra coreó una canción que azuzó el sentido de ridículo del niño. A veces, la mano de su padre fue el asidero que tuvo; evoca la mano acogedora de la abuela. No faltan veces en la que se sintió defraudado, porque esperaba que su interlocutor adivinara su estado emocional, y no lo hizo. Su reacción ante emociones que le desbordan es el bloqueo, lo que alguno interpretó como falta de empatía; ignoran que no le falta comprensión, sino que tiene dificultad para expresarlo. Tardó tiempo en hablar, pero el médico tranquilizó a los padres. Crecer le facilitó atemperar los juicios e impresiones de niño, al descubrir carencias personales que ignoraba. Su mejor medio de expresión es la escritura. Lo que le cuesta decir, lo pone por escrito. Su formación religiosa inicial es paralela a cómo entiende que Dios reacciona ante sus fallos; un dios que lo imagina justiciero; hasta que un día se le revela misericordioso. Su juez más severo fue él mismo, hasta que descubre otros horizontes y facetas que desconocía, o no estaba en situación de entender.
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