Mitchell, J.: El fondo del puerto.



El autor vivió en Nueva York desde 1929, ciudad a la que está asociada su vida. Publicó reportajes en The New Yorker a partir de 1938. Los que recoge este libro son algunos de los que escribió entre 1944 y 1959. Todos, seis, giran sobre el puerto de Nueva York. El contenido aborda en muchas ocasiones temas que tienen relación con la pesca. El autor ha dedicado muchas horas a tratar con personas cuyas vidas tienen relación con pescadores ribereños, unas veces desde la orilla y otras en pequeñas embarcaciones que van a caladeros, que en ocasiones conocen muy bien. Relata también los establecimientos a los que acuden, desde restaurantes que se nutren de la pesca que esos ribereños les venden. La variedad es grande pues ostras y una gran variedad de pescado que el autor ha aprendido a diferenciar en sus abundantes horas de convivencia con ellos. A veces, admiten que algún experto aproveche sus viajes. Detalla un caso, entre otros posibles. Es el caso de Ellery, patrón y propietario del Eleonor. Su pericia le lleva a que sus capturas sean abundantes, pero además de pintar escenas del puerto, tiene una curiosidad natural por aprender, lo que genera una relación con algún oceanógrafo de quienes aprende mucho a la vez que les presta valiosos servicios. La evolución histórica del lugar trae como consecuencia la contaminación de algunos lugares. Refleja también la importancia de la inspección sanitaria en los barcos que llegan. Es frecuente que con ellos lleguen ratas, con una gran capacidad transmisora de enfermedades. La rápida transmisión exige expertos para decidir cuándo un barco tiene que ser sometido a cuarentena o a una limpieza exhaustiva de su interior. A veces el autor se acerca a pueblos algo alejados del puerto en donde sigue el mismo criterio de ser aceptado y saber quién puede responder a las preguntas que le surgen. Su estilo de periodismo tuvo acogida en aquellos años. Es una fuente de información variada sobre una población que habitualmente no aparece en la prensa. El autor no busca titulares y en la actualidad no podía vivir de lo que fue un tipo de periodismo propio de una época y de unos personajes que no buscaban hacerse ricos con sus reportajes. Gustará a lectores costumbristas, más si son aficionados a la pesca.

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