Litteken, Erin: La guardiana de los recuerdos de Kyiv.



La autora es de origen ucraniano y aunque el relato que narra no es el de su familia, se ha documentado bien para transmitir bien lo que ocurrió durante el Holodomor. La historia tiene dos planos, uno es Ucrania entre 1929 y 1934 y el otro en Estados Unidos a comienzos del siglo XXI. Según el relato la bisabuela de la autora era ucraniana y sobrevivió a la aniquilación de casi cuatro millones de compatriotas en el periodo que relata del gobierno de Stalin. Huyo a Estados Unidos y rehízo su vida. La bisabuela escribió un diario en ucraniano que conservó durante años escondido. Solo al final de su vida, para que no se pierda esa parte de la historia que muchos no pueden contar porque murieron durante la hambruna y los malos tratos; los soviéticos negaron esto sucesos durante décadas, en incluso un periodista del New York Times ganó el premio Putlizer por sus crónicas alabando la colectivización y restando importancia a las secuelas de muertos por hambre o por negarse a la colectivización. En los dos planos cronológicos están Cassie, en Wisconsin e Illinois, entre mayo de 2004 a mayo de 2007: su marido falleció en un accidente de tráfico y la hija de ambos aunque sobrevivió al accidente no es capaz de hablar por efecto sicológico del suceso; la madre de Cassie, Anna, convence a ésta para que con su hija se vayan a vivir con la abuela, que vive sola y tiene una salud frágil. Accede y allí descubrirá lo que aquella oculta sobre su pasado en Ucrania, a través de un diario y otros papeles que traduce con ayuda de Nick, un bombero que conoce la lengua ucraniana, otro personaje muy interesante. El otro plano tiene como eje a Katia, la abuela, en Ucrania, desde 1929 a 1934. Si la abuela no quiere relatar verbalmente lo que recuerda es para no abrir una herida que todavía duele; por otra parte no quiere que se olvide un hecho tan brutal, más cuando los datos permiten verificar que al menos una parte de la hambruna fue provocada para doblegar al pueblo ucraniano y para agilizar la colectivización. Relato escrito de forma ameno intercalar los capítulos ubicados en Ucrania con los que tienen lugar setenta años más tarde en Estados Unidos. Están bien perfilados los diversos personajes que aparecen en cada uno de los dos planos; la descripción de los efectos de la hambruna son fuertes, pero la realidad es que el porcentaje de niños que murieron por desnutrición fue muy alto, con el dolor que eso supone. Se aprecia como el miedo es capaz de someter a una parte de la población, así como no faltan actos de valor en los que alguien se juega la vida por salvar a otra persona. Las relaciones afectivas quedan descritas en una mezcla de sentimientos fáciles de comprender, pero difíciles de asimilar por los protagonistas. La leve investigación que he realizado sobre los temas históricos más reseñados muestras el fondo verídico de lo narrado, aunque sean sucesos poco conocidos más allá del ámbito histórico. La brutalidad del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial con la población ucraniana y el interés por cuidar las relaciones con la Unión Soviética llevaron a que este tipo de hechos apenas fueran dados a conocer al gran público hasta la caída del régimen comunistas en la Unión Soviética. La amalgama de sentimientos encontrados entre los habitantes de ese territorio en la actualidad es posible captar por la variedad de situaciones vividas por los habitantes de lo que a comienzos del siglo XXI era la república independiente de Ucrania.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Índice

Fulwiler, Jennifer: Un encuentro inesperado.