Boronat, Jorge: Pedro Ballester.



Pedro Ballester nació en Manchester, Inglaterra, en mayo de 1996. Falleció en esa misma ciudad en enero de 2018, a consecuencia de un cáncer de pelvis agresivo. Nació en una familia cristiana y fue el mayor de tres hermanos. Dentro de la normalidad, destacó por su laboriosidad, alegría y capacidad de hacer amigos. Tuvo que cambiar varias veces de colegio por diversos motivos, laborales de sus padres, etc. Se matriculó en el Imperial College de Londres para cursar ingeniería química, pero en el 2014 le fue detectado el cáncer y no pudo llevar una vida normal como estudiante. La enfermedad le impedía estudiar sentado, así como los efectos de la quimioterapia, etc. Por razones familiares pasó un verano en Mallorca, de donde era su padre y allí pudo acudir con asiduidad a un centro del Opus Dei, lo que le facilitó conocer mejor la Obra y sobre todo crecer en vida interior. Tras hablarlo con sus padres y haberlo llevado a la oración, pidió la admisión en el Opus Dei. Su disponibilidad fue todo lo que le permitió la enfermedad. Destacó por su alegría y un rasgo concretó que destaca una persona que le conoció bien, nunca se quejó a causa de los dolores y molestias, aunque llegó una época en la que no podía dormir en ninguna postura. Su alegría contagiosa la notaron las enfermeras del hospital en el que pasó algunas temporadas del tratamiento. Vio en la enfermedad una oportunidad de ofrecer ese dolor y unirse más a Cristo. Manifestó una especial fortaleza para llevar la enfermedad, que anclaba en su vida interior. Le ayudó rezar lo que la Virgen de Guadalupe le dijo a Juan Diego en una de sus apariciones. Muchas personas le buscaban para participar de la paz y alegría que transmitía. Como es lógico no todo lo hacía bien ni le salía a la primera, pero se levantaba y volvía a intentarlo. Tuvo momentos bajos durante su enfermedad, le costó especialmente el palpar las limitaciones crecientes y tener que pedir ayuda cada vez con más frecuencia. Su fidelidad fue firme desde que se decidió a responder que sí a Dios. Su funeral en la catedral de Manchester mostró que había vivido lo que decía con cierta frecuencia: ¡Nunca he sido más feliz! Su huella fue notable y nada frecuente en jóvenes de su edad. El cardenal Roche explicó en su funeral: «Pedro tocó las vidas de muchas personas que ni siquiera él llegó a conocer, con su paciente, alegre y atractiva capacidad de superar, lleno de fe, estos tres años de enfermedad, sin quejarse y con una valentía que da testimonio de la belleza de la vida…

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