Filipowic, Kornel: Memorias de un antihéroe



El autor nació en 1913 en la población de Ternópil, actualmente territorio ucraniano. Durante años `por diversos lugares hasta asentarse cerca de la actual frontera Checa. Durante la Segunda Guerra Mundial, luchó con el Ejército polaco contra las fuerzas de ocupación alemanas. Fue apresado por los alemanes, pero en poco tiempo consiguió escapar. Colaboró con el movimiento intelectual de resistencia clandestino Polska Ludowa (Polonia Popular) hasta que en 1944 fue arrestado por la Gestapo y enviado primero al campo de concentración de Gross-Rosen y luego al de Oranienburg, de donde, de nuevo, volvió a escaparse. En Cracovia, la ciudad donde pasó casi toda su vida y donde murió en 1990, se forjó como un respetado intelectual comprometido con la recuperación cultural, dramáticamente mermada por el conflicto bélico. Si bien durante los años 30 militó en las Juventudes Socialistas, el régimen comunista que, a partir de 1945, se instauró por la fuerza en Polonia bajo la batuta de la Unión Soviética, lo condujo a adoptar una postura crítica. En el libro que describimos él, aunque hable en primera persona, no cuenta su vida real. De quien habla es de ese antihéroe que quiere presentar; una persona de escaso relieve social, que no ha sido alistado por problemas visuales. Quizá porque quiere mostrar lo que fue la vida de una parte de la población polaca durante la ocupación alemana. La persona de quien escribe, trabajó en una oficina polaca bajo el mando alemán para evitar ser deportado, pero con el tipo de trabajo menos valioso para los ocupantes. Lleva una vida social discreta; al terminar la guerra es llevado a juicio por su posible colaboración con los alemanes durante la ocupación. Los testigos que declaran, manifiestan la ayuda que les prestó para evitar caer prisioneros de los alemanes; una de las testigos inventa un relato que le defiende, pero que no es real en el relato narrado. El juez lo dejó en libertad. El protagonista comporta como un ser anodino, que no quiere reconocimientos ni honores. Quiere pasar inadvertido y su vida, con frecuencia solitaria, le lleva a sobrevivir esperando el final de la guerra. La llegada de los soldados rusos puso fin a la ocupación alemana. En su vida real, el autor, al final de la guerra se fue a vivir a Cracovia; allí intentó recuperar el clima cultural previo a la contienda. El autor y el protagonista del relato no se identifican; por el contrario, el primero trata de reflejar la postura del ciudadano corriente que quiere evitarse problemas y ni le interesa colaborar con los ocupantes ni tiene madera de héroe para luchar en la resistencia. La realidad Filipowic durante la guerra es la mostrada al comienzo de la reseña; posteriormente su resistencia fue intelectual.

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