Calvo, María: Paternidad robada.



El modelo de familia anterior a la revolución de 1968 no era perfecto y, en ocasiones tenía lagunas notables. Desde la revolución de 1968 se rompe la relación entre la sexualidad y la procreación, así como entra en crisis la figura paterna. Los fenómenos sociales son complejos y no cabe un reduccionismo que por intentar explicar con sencillez acabe deformando la realidad que trata de explicar. Con esa premisa, nos adentramos en un tema complejo por la variedad de situaciones y porque algunas afirmaciones requieren matices. El papel de la mujer en las últimas décadas es diverso; por un lado hay un lógico y legítimo derecho a exigir igualdad de derechos en la vida pública, profesional, etc. Dentro de esa exigencia de la mujer a que sean reconocidos sus derechos, en algunos casos han buscado su plenitud con los parámetros que los varones. Renunciar a ser mujer para triunfar no es lo deseado. Varón y mujer tiene su propia especificidad, pretender un igualitarismo que anule las diferencias que vienen dadas por su condición sexuada es ir contra la naturaleza, aunque esta se niegue no deja de ser real. Hay un modo de ser persona que es ser varón y otro, con la misma dignidad que es ser mujer. Renunciar a la propia identidad puede provocar cambios que no siempre son deseables. El modo de tratar los temas de forma políticamente correctas, pone bajo sospecha cualquier intento de hablar de diferencias entre varones y mujeres. La autora, en este libro aborda la crisis del varón cuando pierde los rasgos propios de la figura paterna. No solo él se siente fuera de lugar, sin saber bien lo que debe de hacer, sino que su conducta repercute positiva o negativamente en la educación de los hijos. El eclipse de la figura paterna es un hecho notorio en la sociedad actual, en unos casos porque no existe –la fecundación in vitro-, en otros porque su rol natural no es idéntico al de la madre. Lo habitual es que se necesite una madre y un padre, que se complementan y que, según las fases de la vida de cada hijo, requiere un estilo diferente. Es cierto que en muchos casos el varón ha entrado más en el hogar y no solo dedica muchas más horas a los hijos sino que comparte las tareas de la casa con su cónyuge o buscan, entre ambos, el modo de repartirse las tareas. Ciertamente la madre tiene una mayor facilidad para desarrollar algunas facetas en la educación de los hijos y el padre tiene otras. Si caer en estereotipos simplistas, el padre es un referente para el hijo varón y tiene en algunas fases de la vida un papel muy relevante con las hijas, sin olvidar que primero es esposo. En ocasiones los profesionales de la sociología, de la educación, de la medicina perciben realidades que son innegables desde la naturaleza, pero que al exponerlas se puede chocar contra ideologías negacionistas con esas diferencias. El libro de María Calvo puede ayudar a muchos varones a saber su papel primordial en el hogar y a que muchas mujeres entiendan mejor las capacidades o dificultades que encuentran los varones para llevarlas a cabo. Más que grandes teorías, se trata de acertar en cada familia concreta, pero su percepción puede verse dificultada por estereotipos tan difundidos que desdibujen el papel que el padre tiene en la familia.

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