Benavente, J.: Los intereses creados.



En un país imaginario, a comienzos del siglo XVIII, el joven Leandro y el pícaro Crispín, amo y criado, llegan sin dinero a una posada. Leandro está preocupado pero Crispín le propone un plan para salir de la situación en la que están: Hace pasar a Leandro por un personaje que viene para una importante misión; por ese motivo no desvela ni su nombre ni su lugar de origen; así logra que el hostelero los atienda con todo esmero. Ya alojados allí, piden dinero al posadero para el poeta Arlequín y un capitán, que están en apuros económicos, igual que ellos. Más tarde, aparece en escena doña Sirena, una mujer que ha organizado una fiesta, pero todos los proveedores le piden el dinero por adelantado y ella no tiene capacidad para darlo. Crispín conoce la situación y sabe que asistirá a la fiesta el señor Polichinela con su esposa y su hija Silvia, el mejor partido de la ciudad. Crispín promete a Sirena que él se encargará de los gastos, siempre y cuando ella invite a la fiesta a Leandro y le presente a Silvia; Leandro piensa en enamorarla y casarse con ella. Leandro sabrá recompensar su tarea a la anfitriona, si ella favorece sus planes. Así, comienza la fiesta con Silvia y sus padres entre los invitados. Leandro y Silvia son presentados y se entabla una fuerte conexión entre ambos, pero Polichinela y Crispín se encuentran y se reconocen mutuamente; coincidieron en prisión. Al enterarse Polichinela que Crispín sirve a Leandro, sospecha de éste. Crispín aparenta estar de parte del padre y le aconseja que prohíba a su hija ver a Leandro. Eso será motivo suficiente para que la madre y la hija se empeñen en no hacerle caso. Abundan las intrigas de Crispín para que triunfe el proyecto de su amo, quien está de veras enamorado de la joven. Leandro está perseguido por la justicia, por deudas contraídas en otras ciudades; además, la gente del pueblo no ve con agrado a Polichinela, quien logró su fortuna por medios ilícitos. Leandro se pone nervioso por la deriva de los acontecimientos, pero Crispín le contesta con ideas que captan su atención. En ese monólogo, Benavente manifiesta sus convicciones sobre el amor, la honestidad, el dinero, la ambición, etc. Luego el criado muestra a Leandro sus intenciones. Todos se sienten presionados por los intereses que ha logrado crear Crispín y desean que Silvia y Leandro se casen. Si no lo hicieran, saldrían perjudicadas las personas a las que ha implicado Crispín con sus maniobras. Cuando todo parece perdido, se resuelven las dificultades y triunfa el amor, como lo manifiesta Silvia como colofón. Esta comedia se estrenó en 1907, siendo bien acogida por el público. El autor recibió el premio Nobel de literatura en 1922.

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