Cervantes, Miguel de: Don Quijote de la Mancha

El Quijote es además del más relevante de la literatura castellana, un libro controvertido; son tantas las ediciones –algunas resumidas- que se han hecho de esta obra que resulta difícil elegir una edición idónea para el lector. Aquí hemos optado por la que preparó Andrés Trapiello, uno de los mejores conocedores de la obra cervantina. Trapiello ha adaptado el libro de manera íntegra y fiel, sin alejarse del lenguaje cervantino. No es tarea sencilla, si bien para quien no es experto en Cervantes, es una opción. De esa forma la dificultad del lenguaje propio del siglo XVII no es obstáculo para captar el contenido de la obra más difundida en castellano. A la vez, trata de ser respetuosa con el contenido que le dio su autor. La primera edición del original salió a la luz en 1605 y una segunda parte en 1615. Ya el año anterior se había publicado, sin que se sepa con certeza el autor una segunda parte que era la de Cervantes. Afortunadamente, contamos ahora con la versión propia del autor en su forma original y con las adaptaciones y estudios que han hecho los expertos. Sobra, por conocido, mostrar aquí el resumen del contenido así como las numerosas interpretaciones que se han hecho sobre su contenido. Quizá lo mejor sea no dejarse influir mucho por esos autores y, llegado el momento oportuno, abordar su lectura en una buena edición, con letra fácil de leer y lo más fiel posible a la versión original, o de la mano, como es el caso de un experto en el autor. El lugar donde comienza el relato no quiso precisarlo el autor, de ahí que dijera: el un lugar de la Mancha… Tampoco sabemos si la primera parte la escribió al menos en parte durante una estancia en la cárcel por motivos económicos. Es una obra que en algún momento compensa leer; ni es propio cuando hace años se pedía a los adolescentes que lo hicieran, ni sería lógico dejar de leerla por considerarla larga. Son muchos los lectores que la han vuelto a leer dos o más veces. Lo importante no es el número sino el calado de su lectura. Sobre las disputas entre Lope de Vega y el autor no es este el lugar para abordarlas. Lo cierto es que Cervantes vivió y murió pobre. Los derechos de la primera parte los había vendido previamente y no pudo disfrutar del éxito tanto como podría merecer. Su fallecimiento poco después de publicar la segunda parte pusieron final a una obra emblemática, pero no le permitió disfrutar del merecido éxito. El lector, si no la hubiera leído todavía, quizá valga la pena que se plantee cuándo es el momento idóneo para hacerlo.

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