Fernández Alvarez, M.: Carlos V, el césar y el hombre.


De la mano de este buen historiador, se aprecia con hondura la vida de Carlos I de España y V
del Imperio. Por circunstancias de la historia, las coronas de Castilla y de Aragón recaen en él.
Consigue, no sin forzar las cosas, que los reinos de la Península Ibérica le den subsidios para
conseguir la corona imperial. Pasará gran parte de su vida de un lugar a otro, para intentar
convertir la Europa que recibió en la Europa que soñaba. Tuvo que hacer frente al
protestantismo que afectó de lleno al imperio, a la amenaza turca, a la rivalidad de los
franceses en la península itálica. No dedicó mucho tiempo a los nuevos territorios que se
descubren en América, pero sí el suficiente como para seguir la marcha de la conquista y
colonización. Sin ser un hombre muy piadoso, tuvo una fe firme en la doctrina católica y
procuró que se mantuviera como un elemento de unidad y rasgo de su imperio. Negociador,
militar, hombre de Estado. Cada vez se aprecia en él una mayor cercanía emocional hacia
España. Profundamente enamorado de su esposa Isabel de Portugal, sufrió un duro golpe al
fallecer esta. Agotado, se retiró al monasterio de Yuste (Extremadura) y escribió un
testamento digno de leer. Poco tiempo más tarde, tras dejar el Imperio a su hermano
Fernando y el resto a Felipe, falleció con 56 años. Fernández Álvarez sabe ahondar en lo
señalado aquí en unas pinceladas. No oculta sus defectos, como la gula, y refleja como lo
indica en el título, al César y al hombre.

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